A miles de kilómetros al sur de Buenos Aires, tres personajes viajan por las solitarias rutas de la Patagonia. Don Justo, un anciano de ochenta años, que es el dueño de un bar de carretera que regenta su hijo, se ha escapado de casa para buscar a su perro desaparecido desde hace tiempo: alguien le ha dicho que lo ha visto en San Julián. A medida que se acerca a esta población, ciertos datos hacen sospechar que las intenciones del anciano van más allá de encontrar al animal: debe resolver ciertos asuntos vitales para poder afrontar la muerte en paz consigo mismo.
Roberto, un viajante de comercio de cuarenta años, lleva en su viejo coche una tarta de crema para el cumpleaños del hijo de la joven viuda de uno de sus clientes. Lo que Roberto pretende es impresionar favorablemente a la mujer, pues tiene la intención de pedirle que se case con él.
Ese mismo día María Flores, una joven de 25 años, viaja con su hija en autobús siguiendo la misma ruta. Es una mujer muy humilde que acaba de saber que ha resultado ganadora en un sorteo de un programa de TV, cuyo premio mayor es un robot de cocina. Cada uno viaja por su cuenta, pero como sucede en las desérticas rutas patagónicas, sus vidas y sus ilusiones se entrecruzan en los escasos paradores de la región…